domingo, 8 de noviembre de 2009

Home, sweet home...

Mi casa. Mi abuela gritando que si quiero un café desde el piso de abajo mientras hago pis y hablo por teléfono al mismo tiempo. La visión idealizada de mí que tienen mis vecinas. Los consejos de mi familia. Mi familia. Esa en la que cada uno va a su bola pero se blinda cuando hace falta. La bronca semanal con mi padre. La bronca semanal con mi madre causada por la bronca semanal con mi padre. Conversaciones laberínticas mientras tomas algo. Arreglar el mundo. Destrozarlo aún más. Guitarra. Tontear con el profe. Dudar de mí, de mi capacidad para vivir con gente, de mi capacidad para vivir sola, de mi capacidad para vivir. Dudar de la amistad que parecía indestructible. Descubrir que nada es indestructible. Dudar de la existencia de la amistad. Tomar un café solo (a falta de leche) con una amiga. Volver a creer en la amistad. Tener la certeza de que ha empezado mi vida.
Ese ha sido mi finde. Llegué echa polvo y vuelvo con fuerza suficiente para aguantar lo que me echen.
Nadie dijo que fuera fácil.