domingo, 31 de enero de 2010

Finales abiertos

No me gustan, nunca me han gustado. Seré una antigua, pero siempre me ha ido el "y fueron felices y comieron perdices". O no, pero por lo menos un adiós, que te vaya bien, ahí te pudras.
Se fue por la puerta de atrás, sin hacer ruido, tampoco es que pudiera hacer otra cosa. Pero se merecía algo más. Siempre ha merecido algo más de lo que en realidad ha conseguido.
Se enamoró de una mujer que estaba demasiado enamorada de sí misma y del mundo. No se creía digno de ella, todavía hoy se pregunta qué pudo ver en él. Un buen día ella desapareció y le dejó sin saber cómo continuar con su vida.
Se fue y no pude decirle lo que significó para mí, agradecerle que echara abajo mi coraza, decirle lo extraordinario que es.
Hoy le he visto desde el coche, su mochila amarilla, el anillo en el dedo meñique de su mano derecha y su puta sonrisa perfecta.
Me hubiera gustado cerrar la historia.
No pudo ser.
Nunca sabré cómo hubiera acabado.
Ahora no puedo escuchar a Counting Crows sin que se cuele en mi cabeza.